domingo, 7 de octubre de 2007

Cuerpo tatuado

Humberto Valdivieso

Imágenes: Sospechosa naturaleza en Chacao



I


Diálogos oscuros:

1. “- Las compañías que dejas olvidadas entre nosotros no son más que sombras.
-Aún así, todas dijeron sus oraciones alguna vez.
-Es cierto.”

2. “-No me mires, no puedo contigo.
- Sigue, mueve los labios y trata de augurar lo que la gente desea escuchar cuando va a morir.
-Hay pasos inocentes que no recorrerán esta calle una vez que amanezca.
-No tengas miedo, no viajes, no raptes, no digas frases imposibles.”

3. “-Hay un mandato que decidimos asumir...
- Sí, eso fue cuando dejamos de aullar los días de luna llena.
- Exacto.”

4. “- Ahora eres profeta y saltas por las azoteas de Chacao.
- Yo no soy como tú: me dedico a morder el lóbulo de las orejas a quienes van a morir de cáncer al amanecer.
-No puedes evitar lo que está escrito.”

5. “-Tienes alas y ellos están enfermos.
-Lo sé, tarde o temprano les llega su hora y debo hacer aquello que me corresponde.
-Lo que está escrito y sellado.”




II


Diálogo en el pretil:

-La mujer que vende santos cerca de la plaza y la iglesia, ¿sabes cuál es?
- Sí, abre las puertas de la tienda a las 9 am.
-¿Estás seguro? ¿Es ella?
- Es ella, nadie lo sabe pero tiene la espalda completamente tatuada.
- Pero…
- Ayer fue su última vez, no verá otro atardecer.




III


Decenas de cauchos están detenidos sobre el asfalto de la calle Sucre, los camiones de basura pasan de madrugada botando fuego por el hocico, las lenguas de los italianos cuelgan detrás de los cafés de las 5 pm, los que se cansaron del olor a frutas y pescado limpian las vitrinas, nadie mira el reflejo de la luz ámbar de Caracas sobre todas las cosas vivas y muertas. Hay tantas ambulancias que van y vienen, hay miles de cuerpos enfermos que no pueden sostenerse una hora más.



IV


En minutos sonarán las campanas de la iglesia, bajarán algunas santamarías, meditarán en el Pedregal, olfatearán cuerpos en el motel, lamerán las mesas de la Danubio, Iván Rojas asumirá el vacío entre sus lienzos y el alma de los desprevenidos dejará sus cuerpos por un instante. Danzará detrás de ellos, moverá sus no-movimientos frente a sus rostros, renunciará al susurro un rato y escupirá al suelo su no-aliento. “Ayer me encontraba entre ellos, hoy los busco en las azoteas agobiadas de latas, botellas, antenas, tendederos y ropa de mal gusto. Sé que ya no les queda tiempo y aún así nunca dejan de tener una razón para existir”.




V


Tomó el mismo cepillo de pelo y trató de pasarlo sobre sus canas. Apenas había luz. Después de bañarse se puso crema y estaba a medio vestir. Había un café sobre la mesa de noche, aún caliente. Junto a la taza había dejado la orden del médico para la tercera sesión de quimioterapia. Sentada al borde de la cama pensó en sus amantes de juventud y en los santos de su vejez. Las llaves de la tienda estaban en la cocina pues no abriría hoy. Cerró sus ojos a pesar de la penumbra para sentir el rocío de perfume que llegaba a su rostro mezclado con partículas de polvo. Minutos después la violenta luz naranja de la mañana pasaba entre las viejas cortinas y auguraba un amanecer rápido. Sintió frío y quiso ir hasta la ventana.

-Dejaste la sirena prendida, no puedo confiarte nada.
- No hemos dormido y ya ni sé lo que hago.
-Bueno, terminemos de bajar el cuerpo.
- Sí, sólo nos faltaba un muerto al amanecer.
-Todo ha sido extraño. ¿Te fijaste que tiene la espalda llena de tatuajes?
- Si, parecen viejos recuerdos.
-Parecen oraciones.
- ¿No sentiste cuando salimos como si alguien nos viera desde las escaleras?
- ¿Quién nos va a ver? Arriba sólo queda la azotea.
- No sé.

1 comentario:

Ana Sosa M. dijo...

Me gustó mucho este escrito. Lo he disfrutado un montón, quizá mientras me planteo las mil teorías, para responder las mil preguntas que me quedan ¿quiénes son los personajes de los dialogos oscuros? ¿será la de la espalda tatuada? ¿por qué alguien la vió entrar en la tienda? ¿murió de cáncer? y por qué, ¿por qué no puedo decir frases imposibles?

Saludos. Excelente escrito

Ana Cristina Sosa