domingo, 7 de octubre de 2007

Nocturno en el quirófano

Natasha Tiniacos



Se acostó vestido con una bata blanca
y limpia, de un solo uso,
observaba el techo con la espalda recta
y le preguntó a la lámpara sobre la luz.

Apretó las sábanas, mordió sus labios
y orinó acostado por última vez.
No es un viajero habituado a las nubes
cargadas de lluvia.

Una mano blanda tocó su cuerpo
como un ciego en una habitación vacía
y exploró sus órganos en busca de un tesoro
entre las algas muertas.

Extrajo un pájaro de la garganta
y un caballo de cada pierna,
pero no pudo sujetar el corazón que se escurría
como gotas de mercurio.

Y en cada intento por atajarlo
se encorvaba un caracol,
entraba lentamente
un niño en la penumbra.


http://natasha-t.blogspot.com/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Natasha, eres única al momento de ordenar las sensibilidades en la verdad del poema.

C Rodoreda

Joaquín Ortega dijo...

Que preciosa ronda de enfermedad y tránsito...

better than ever

un beso

J