domingo, 7 de octubre de 2007

La niña tres piernas

Mario Morenza




Diciembre 01
Renuncia a todo, cada vez es más ácido. Mi mundo es un ladrillo, como en el que habita una cucaracha. Un mundo áspero, arcilloso, que te hacer resbalar. Casi siempre resbalamos dónde estamos acostumbrados a pisar. Por lo general las zancadillas nos las propinamos nosotros mismos. Parezco un trípode. Los que saben de mí han pronunciado más el abominable epíteto: La niña tres piernas. Me llamo Consuelo. Qué irónico llamarse así. Perdón, querido diario, quise decir: qué absurdo llamarse así y no haber experimentado, en práctica, sensorialmente, la dimensión que denota mi nombre. Renuncia a todo, cada vez es más ácido. La niña tres piernas. Ya casi cumpliré quince años. Sé que nadie bailará el vals.

Diciembre 02
Lo único bueno que tengo dentro de mí, no son las piernas para exportar, sino mis ideales que, al fin y al cabo, es lo único que queda. Pensar y pensar, es lo único que queda hasta que a uno se lo comen los gusanos. Somos eternos mientras nos creemos que somos eternos. He sentido siempre una gran fascinación por la derecha. Irrazonable. Tengo fotos de Franco. De Hitler. De mi adorado Pinochet, que la estúpida comunista punketa del bloque, le llama Pino-shit. Me harta la gente que tiene ideales insulsos, y no sabe lo que crítica. Desde mi ventana puedo conquistar el mundo. Siempre lo he dicho: tengo una pierna izquierda y dos derechas: una para caminar y la otra para darle una patada en el culo a cualquier comunista que se me atraviese. Nada es más gratificante que ser el emperador de tus facultades. Ser emperador hasta que la muerte lo sorprende a uno. Cada segundo que pasa es más probable. Renuncia a todo, que cada vez está más ácida.

Diciembre 04
Ayer estuve todo el día en consultas médicas. Cuando volvía, vi el vientre abombado de la cachifa del B-2. Ya, con el que viene en camino, serán cinco. ¿Hasta cuándo la procreación irresponsable? Un gobierno serio impediría esta clase de atropellos a la dignidad humana. El crecimiento incontrolado de la población traerá más y más miseria. Si no puedes criar a un muchacho con todas las comodidades cómo hacerlo con cinco. Tendremos que empezar a amarrar piernas. O todo se trata de un plan secreto. O tal vez las madres de hoy día, las que tienen posibilidad de ser madres, tienen un plan: Cuando la muerte esté muy cerca de ellas, cuando se presuma su sorpresiva llegada, ser transplantadas al cuerpo de alguna de sus hijas, ésa, la elegida desde el nacimiento para ser el futuro cuerpo en el que se prolongarán los días.

Diciembre 08
La gente se me queda viendo en los Centros Comerciales. Caminé por Sabana Grande. Mi marcha empezó en la Plaza Brión de Chacaíto. Los niños me miraban como a un duende. Mi avance es un balanceo. En carnavales también me paseo por allí. Piensan que estoy disfrazada. En Caracas la gente no sabe disimular. En ninguna época ha sabido disimular. Ni siquiera en las festividades. En las temporadas altas la gente se vuelve más hipócrita. Te miran y cuando se siente el enjambre de ojos pellizcándole a uno la piel, se espantan con tan sólo otra mirada en respuesta, todas las retinas vuelven a lo suyo, sin importarle que un monstruo con uniforme de liceísta merodee lugares públicos. Hay países en los que quedarte mirando a alguien por más de cuatro segundos es una grave falta de respeto. Nadie, en el fondo, quiere ser foco de nadie. Ni siquiera a las personas que más cerca están de ti, las que te brindan consuelo, pues siempre terminan por darte la espalda o por que se las coman los gusanos. La eternidad de uno se acaba cuando es olvidado, y, por lo general, ocurre en vida y sorpresivamente.

Diciembre 10
En la panadería Los Primos me tratan como a una cliente más. Incluso, con cariño. Es un afecto heredado. Mi familia ha sido cliente de ellos por décadas. Me conocen desde chiquitica. Mi hermano, cuando me paseaba en coche por Coche, me exhibía como si yo fuese una pieza de circo. Hoy la pieza de circo no es la misma. Los testigos siguen siendo los mismos. En la Historia de la humanidad, el papel del testigo es el que más se ha repartido. En la Historia de la humanidad el 99.99999% de la población actúa de extra, sin importar que sea simultáneo o anacrónico a un hecho cualquiera registrado.

Diciembre 11
Hay lugares específicos donde la dignidad humana se pierde. Uno de ellos los avizoré ayer: En las jaulas de fenómenos de circo. La gran mayoría tienen su vitrina en la televisión. Sobre todo en esos programas donde la gente va a contar sus problemas. El otro día transmitían uno de siameses. Los hermanos iban a restregarle su miseria a la humanidad ante las cámaras. Lloraban y hablaban sobre sus contratiempos entre tajada y tajada de problemas que sólo les debe incumbir a ellos. Como si a la gente le importara cómo hacen para ir al baño. Sólo una mente enferma se interesaría por esos detalles tan íntimos. Así he vivido toda mi vida. Con tres piernas. Una más que la gente común. Respiro. Pienso. Camino. Quién es un humano para decir qué es normal y qué no. La última vez que fui de consultorios médicos, ingresé a un piso en el hospital que parecía un manicomio, no sé si llevada por una serie de casualidades concatenadas o por mi instinto de hurgar en dolores ajenos para sentirme un poco más en armonía. Me asomé al pasillo y, al fondo de éste, había un balcón. Allí estaban agrupados cinco o seis pacientes que miraban atentos al espectáculo de la calle. Pensé que, para ellos, la avenida y las aceras eran una forma de libertad, una libertad pavimentada en la que podían desplazarse y darse el lujo de resbalar cuando esos mundos horizontales compuestos de petróleo, arena y cemento se les hicieran insoportablemente comunes.

Diciembre 13
Mañana me tengo que despertar a las seis y media. La segunda cita con el psiquiatra. Le llevaré estas hojas que transcribo. Además de los medicamentos que me recetó, tenía que escribir un diario. Lo que me saliera. Poco a poco he destilado bolserías de cualquier tipo. Mañana, ya veremos, ya veremos. La impresora de mi casa se ha vaciado de tinta. Se desangró. El piso chamuscado de negro. Como si le hubieran metido un tiro a la libertad de los pacientes. El color de la sangre de las alucinaciones debe ser del color de nuestro petróleo.

Diciembre 14
Dormí la siesta. Una siesta prolongada. Por lo general, descanso de una a tres de la tarde. Esta vez dormí hasta las cinco. Recuperé horas de sueño. No he dormido bien en las últimas noches. Una semana para ser exactos. Cuando tu mundo es regido por estados de insomnio, el papel de testigo del fluir de la Historia se agudiza a tal punto que el vuelo azaroso de una mosca se equipara con una gesta napoleónica o con acumulaciones de mugre en mis uñas. Mi psiquiatra leyó atento lo que había escrito los días anteriores. Me recomendó regularidad. Que lo hiciese todos los días, aunque fuera una palabra. Una frase. La próxima semana iré de nuevo a visitarle. En su lectura, pude notar amagos de risa. Igual, no hubiese sido inoportuna en ningún modo. Hubiera relajado el ambiente impregnado de caoba y el lúgubre pavoso que da la acumulación de carpetas e historias clínicas. El aire a renuncia aleteaba y se iba a pique, aleteaba y se iba a pique.

Diciembre 15
Hoy contesté el teléfono. Fungió de reloj despertador. Era la tía de Fabiana. Mi compañera de clases. Al escuchar su voz, colgué. Tal vez escuchó mi respiración, mi aliento, en la desembocadura de su auricular, mi aliento aletear e irse a pique. Tal vez sintió el miedo. Un miedo que le corresponde a ella sentir. El terror y el suspenso son dos cosas muy distintas, y es normal que la gente común y corriente, que piensa común y corrientemente las confunda. Alfred Hitchcock lo define muy bien. El fin de semana lo vi en un documental que televisaban. El terror era una conversación y las palabras cayendo sobre una mesa, y debajo de la mesa, una bomba a punto de estallar y los testigos de la explosión saben lo que se viene, los dueños de las palabras no. La tía de Fabiana escuchó el latido de la explosión. Esas son las consecuencias de enseñarle a los sobrinos malas mañas.

Diciembre 16
Hoy me entretuve haciendo listas. Listas de todo tipo. De las canciones que más me gustaban. De la gente que conocía y la que me gustaría conocer. De mis dictadores favoritos, aunque esta última se me hizo fácil gracias a la cantidad de afiches de mi habitación. Pensé en que un día secuestraría Estocolmo y a todos los que se encargan de elegir los premios Nóbel. Su libertad a cambio de una categoría más. El premio Nóbel a la renuncia.

Diciembre 17
De los balcones de Bloque 5 brota nuestra bandera ladeada. Arrugada. Algunas con seis estrellas. Otras con cinco. Eso pasa cuando la Historia no se entreteje bien, se descosen los símbolos que fuera de ese azul o de ese amarillo, no significan nada. Si colocáramos otro escudo a la derecha de la franja amarilla de nuestra bandera, se pintaría un rostro triste, la comisura de una boca que hace puchero, esa alineación cóncava de nuestras estrellas cristianas de cinco puntas. Sólo somos capaces de ver con lo que nos protegemos, con nuestros escudos. Somos testigos absolutos cuando nuestro instinto de defensa es serio. Dos ojos a la bandera, dos escudos.

Diciembre 18
Nada. He existido

Diciembre 19
Renunciar a ciertas cosas vitales es un viaje amargo, es como ir de Maturín a Mérida lamiendo las axilas de un desconocido.

Diciembre 20
La rutina es una biopsia a la existencia. Con filmar sesenta minutos de una persona, puedes concebir el pasado y el porvenir de la persona filmada. Los gestos se convierten en un diagrama de la personalidad.

Diciembre 21
Definitivamente hay espectáculos de la vida en los que yo no formaré parte.

Diciembre 22
Ahora, quién es la testigo. A veces sueño que en un lugar de tres piernas no tengo ninguna. Quién mejor que yo para entender equilibrios. Mañana arrancaré afiches. Creo que los ídolos del rock me dan más fe. Mañana arrancaré estrellas. El diecisiete de diciembre el balcón del F-6 no se manchó con ninguna bandera.

Diciembre 23
Los pueblos del mundo sólo alcanzarán La Paz yendo a Bolivia.

Diciembre 24
En enero me tocará ir a otra “Unidad Educativa”. Conocer nuevas personas. Nuevos rostros que me esquivarán la mirada cuando voltee a verlos. Nadie me sostendrá la mirada, como si estuviera hecha de plomo, de estaño, de zinc. Recuerdo la noche de navidad en que mi tía de Sucre me regaló unos patines. Mis padres, siempre reservados, se les olvidó el detalle por el que siempre fui conocida. Cómo nadie le habrá dicho antes.

Diciembre 26
Cuando cumpla la mayoría de edad podré decidir si cortar mi pierna o dejarla así para siempre. Los médicos dicen que la amputación puede traer efectos colaterales en mi sistema nervioso. Puede que con la amputación se desgarren tendones de las otras dos piernas. Lo más probable es que me corte la pierna izquierda. Es la menos riesgosa.

Diciembre 29
En mi nombre no parece el tiempo transcurrir. Balbuceo. Desconozco mi guarida. Alucino en formas fascistas. Me desahogo en este diario. Todo es una farsa. Hasta cuándo esa mala maña de los seres humanos de decidir qué es lo mejor para ti. La ausencia de miedo es el camino a la felicidad. Y desde pequeños nos enseñan a temerle a Dios. La vida es un círculo vicioso, no una línea recta en la que uno va renunciando a futuros posibles.

Diciembre 31
Feliz año. El dos de enero vuelvo al psiquiatra. El siete de enero regreso a clases. Ojalá y nadie se haga el gracioso. Esto de estar cambiando de plantel a otro me está aburriendo.


http://humario.blogspot.com

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