domingo, 7 de octubre de 2007

Moscas sobre el mantel

Yoyiana Ahumada


El reloj marcó las 7:00 en punto de la noche. A esa hora en aquella casa, todos habían cenado; sólo ella permanecía en silencio delante de su plato. De nada sirvió que le hicieran caritas sobre el puré de papas como siempre.

-Me duele mucho la cabeza, decía arrugando el rostro.

-Ya te di dos aspirinas infantiles como dijo el Dr. Miranda, pero no sé qué otra cosa puedo hacer.

-Me hace bum bum bum, es como si tuviera a mi amiga René y mi amiga Manuela peleándose ahí adentro.

-Dios -dice la madre-, la cabeza te hierve, mañana a primera hora vamos al médico.

La casa parece en reposo; afuera el ruido de las cornetas, da paso a un asomo de silencio. De pronto un grito. “¡Ayyy, ya René deja tranquila a Manu, suéltale el pelo! ¡Ay, ay me duele, me duele!”



-¿Usted está segura de que la niña no se ha dado un golpe? -pregunta el residente al que hoy le toca hacerle el quite al Dr. Miranda que, para variar, está en un congreso.

-¿Golpe? Malena, ¿te has estado pelando otra vez con Manuel y Matías?

-No mami, son René y Manuela, están ahí. René agarró por los pelos a Manuela, y Manuela la pellizca, y están aquí, toque doctor.

El residente Domínguez, coloca su mano en la cabeza -una cabeza bastante grande- y siente una extraña protuberancia que lo lleva a retirarla de inmediato.

-¿La visión de la niña? -pregunta haciendo gala del estudio que acaba de culminar, justo la noche anterior-. A ver Malena, dime ¿cuantos dedos hay aquí? Y los dedos puestos en signo de la paz.

-MMM uno… y otro, dos doctor.

-¿Qué pasa doctor? ¿Qué tiene Malena? -inquiere angustiada la madre. El residente Domínguez, no sabe qué contestar a la madre. La mira, mira la cabeza de la niña. Se coloca un guante. La toca de nuevo pero esta vez hace presión. La niña emite un grito desgarrador. Y le quita violentamente la mano al intruso.

-¡Quita, le haces daño a mis amiguitas!

-Déjame ver tus brazos Malena, ¿te subes la franela?

La niña obedece, no sin cierta rabia, y descorre las telas que recubren sus brazos. En su gesto hay cierto pudor de niña que descorre la tela, pero también ardor, no del ardor de las mujeres grandes, sino de ese del que duele, con esa punzante presencia de los sentidos. El doctor, residente Domínguez, roza la epidermis angelical de Malena. Y no puede evitar descomponerse.

-¿Hace cuanto está así?

-¿Así, así cómo? ¿Cómo así, qué tiene mi hija doctor, por favor dígame?


-Señora, no sé como decirle esto….

-¿Qué tiene mi hija? ¿Qué le sucede?

-¡Ayyyyyyy, mami otra vez René y Manuela, están peleando, me duele, me duele, no me dejan quieta! ¡Me suena aquí, son ellas, son ellas, se gritan y se dicen cosas, feas!

-Señora su hija, pareciera tener todos los síntomas de la Ceguera de los Ríos u Oncocercosis. Para ser más claro, gusanos, su hija tiene gusanera.

-¿Qué? ¿Mi hija? ¿Mi niña? Ya sabía yo que Ud., no es más que un residente. ¿Cómo se le ocurre al doctor Miranda, dejar a un principiante en el consultorio? ¿Mi hija gusanos? Nosotros somos una familia decente, pero sobre todo limpia, ni piojos ha tenido la niña…

-Sé que es difícil de comprender, pero esos huevos los pone la mosca negra. La Ceguera de los ríos es una enfermedad producida por un gusano llamado Onchocerca volvulus, que ocasiona daños en la piel y puede llegar a producir graves alteraciones en los ojos, hasta dejar ciegas a las personas. Hay que operar de inmediato.

-Quiero otro diagnóstico, quiero una junta médica.

-La puedo complacer, pero por conferencia telefónica. A la niña hay que abrirla antes de que su cuerpo sea tomado completamente por muchas manuelas y renés, que cuando llegan a adultos, construyen unas casitas que ocupan, y allí se reproducen, exportando gusanitos pequeños a todo el cuerpo… ¡Señora, señora por Dios!

La madre ha caído al suelo, el joven residente intenta revivirla, y redimirla, con ella se desploma su vergüenza. En medio de su pequeña muerte, la madre ha revivido la epidemia de sarna de la que no escaparon ni ella, ni Malena, ni Manuel ni Matías, ni la chica de los Andes que limpia los jueves, y hace arepas los viernes y que no conoció el mar. La sarna copó la ciudad de Caracas bien entrados los años 70, y no distinguió entre La Charneca y el Country, hincó el diente y se acabó el caladril en la ciudad.

Domínguez mira a Malena que toca sus protuberancias con algo de cariño. Ha vivido con ellas ya hace un par de días y les ha tomado cariño. Son suyas, son Manuela y René, sus dos barriguitas, sus dos montañitas, que le arden y le duelen, pero que la hacen única.

La madre regresa del sopor y sus ojos están bañados en lágrimas.

-Siga doctor, debo saberlo todo.

Él le toma la mano con suavidad; es blanca y limpia, está bordada de venitas, las mismas que el se aprieta con el pulgar luego de hacer una intensa sesión de joggin o taebo y están allí latiendo, vivas.

–Cálmese, todo va a salir bien, hay que extirparlas…

-Siga, siga por favor, dígame más sobre la Oncocercosis

¿De verdad? ¿Quiere saber?

Su boca, la de ella, la madre, se dibuja como una “u” alargada; él presiente unos labios carnosos. Y una urgencia de su voz, la de él, deja salir su diagnóstico con la certeza de un cura diciendo la misa del domingo, sintiéndose médico cirujano, de planta pues, con su letrero que dice Doctor Domínguez, Infectólogo Pediatra.

-Cuando la persona llega a tener muchos gusanos en su cuerpo, se producen lesiones muy graves, como la pérdida de la elasticidad de la piel, sobre todo en la cara, las orejas y la región inguinal. Lo peor que puede producir la oncocercosis es primero dificultad para ver y, finalmente, ceguera total.

-Mami, se quieren salir de su bolsita.

Cae sobre su respaldar. Todos los movimientos se aceleran, la madre corre hacia la hija, el doctor hacia la madre, vuelve a rozar su mano venosa -como la de él-, sembrada y pulsante, como cuando hace clases de taebo. Él la sujeta cerca, hacia su pecho, sus manos, ahora unidas, son una sola selva de venas brotadas. De pronto nada existe, sólo esas dos manos, que se hacen una y colocan a la niña. Es la hora.



La niña yace en la camilla, los ojos abiertos desorbitados. Dopada, la anestesia la ha tomado por completo. El doctor regresa, se ha sacado la bata ensangrentada después de la extracción exitosa. La niña entreabre los ojos, sonríe y deja ver que está traumatizada. La madre se acerca un poco más.

-¿Cómo se siente mi niña?

-Doctor, ¿qué pasó con Manuela y René, puedo verlas?

La madre casi desmayada otra vez en una silla, le toma la mano a la niña, pero sin verle la cara, menos la cabeza. El doctor toma una pinza y extrae de un recipiente de vidrio un pequeño animal, aun no formado y ciego, con las patas en ciernes, con cuerpo de díptero. La niña lo mira con curiosidad cruel de niño. ¿Puedo llevármelo a mi casa? ¿Es Manuela o René?

-No podemos saberlo, son gemelas. Moscas Negras gemelas. Pero el peligro pasó señora -dice el residente Domínguez, dejando a un lado el petitorio de Malena-. Tengo que estudiarlas en el microscopio. Saber quiénes son.

-¿Puedo llevármela doctor?

Claro que puede, siente la niña, ellas las incubó, son sus criaturas, por varios días se alimentaron de su cuerpo, hicieron su casa allí al interior de su cabeza.

-La niña tiene que descansar, deberá cubrirle la cabeza con un pañuelo limpio preferiblemente lavado con cloro. Y observarla. Para la piel, hay que bañarla con manzanilla, aplicarle esta loción. Ella lo mira, descubriendo a su protector.

–Gracias doctor, gracias por sostenerme, por ayudar a mi hija.

-No deje de observarla.

-¿Puede haber más? Digo, más criaturas espantosas en su cabecita.

-Eso en realidad es un cabezón -espeta impertinente y precoz, muy residente el doctor Domínguez. En menos de un soplo, cae por el suelo su cartel de la puerta y de su seguridad frente a ella, a quien ha rozado la mano-. Quiero decir, que esos dípteros tienen la cabeza aun no formada, pero desproporcionada con relación a la superficie corporal.

-¿Se acuesta tarde doctor?

Un interés que va más allá del auxilio al especialista, se presiente en su pregunta. Al menos así lo siente él.

¿Puede darme su celular?

-04167393002.

Imagina su mano venosa, pulsando las teclas y él siente que ella lo pulsa a él. Ud marque, yo atiendo.

-Mami quiero llevarme a mis amiguitas.

La niña insiste con autoridad.

-La niña me llora y yo no puedo doctor, llora y yo me desarmo. La niña quiere los bichos.

-¡Son míos, son míos…!

La niña los mira, sus ojos son de un fondo abismal; se toca la cabeza recién abierta un poco más abajo. La mano, el brazo con la piel descubierta, la palma abierta, se estampa contra el recipiente cuyo nombre aprenderá la niña cuando le corresponda estudiar química. El recipiente estalla en pedazos y los bichos salen esparcidos por toda la habitación, la madre vuelve a desmayarse, el residente Domínguez la siente caer en sus brazos preparados para recibirla.

-Señoraaaaa.

Se deshace la madre en medio del pecho caliente y abrigador del residente Domínguez.

-Están dentro mío doctor, me pica, me pica el cuerpo…fuera, fuera…
Salgan de mí, no las quiero, no las quiero… ¡Quítamelas, quítamelas de adentro…!

Enseguida entra un tropel de médicos. Entre ellos el Dr. Miranda. La cabeza de Malena es un gorro de protuberancias. Malena corre a los brazos de Miranda, doctor.

-Mi niña.
-Yo las maté pero están ahí doctor, jugando al escondite. ¡Quítamelas, quítamelas!

Malena comienza a golpearse, los médicos la sujetan, la madre grita. Domínguez no sabe como calmarla.

Se la llevan.

Al día siguiente, Malena sale en los periódicos, le han extraído 33 huevos, de la cabeza, la espalda… Deberá dormir, es objeto de estudio. Se recuperará muy lentamente, no así la madre, su hija ha quedado preñada de moscas. En la casa no volverá a hablarse de ese episodio. Malena no volverá a tener la piel tersa, su vestido epidérmico se tornará arrugado, Domínguez frecuentará la casa de la señora, conocerá a Manuel y Matías, comerá las arepas de la chica que sólo va los jueves. Malena se volverá callada, y dibujará moscas sobre el mantel.

2 comentarios:

Arzola D dijo...

impresionante ante todo senti escalofrios mientras leia, sordido, oscuro, enfermo, jaja me gusta, y el titulo me llamo.

araya dijo...

realmente, que original! quiero más... yoyiana tiene blog? web? algo?